Capítulo anterior...
Las pesadillas han sido mis funestas compañeras de vida desde que tuve consciencia. Al principio las palizas de mi padre se extendían en el tiempo hasta llegar a traspasar las fronteras del reino de Morfeo, para continuar sufriendo junto con la oscuridad de la noche. Luego la impasibilidad de la expresión de mi madre que me veía sin mirarme. Más tarde...
Un ataúd y negrura absoluta. Mi mano encima de la puerta al otro mundo, con movimientos lentos, que iban aumentando en celeridad junto con el latir de un corazón que no era el mío. La cruz de un cristo encima de la tapa, reluciente, pero que iba apagándose conforme los latidos aumentaban en intensidad. Angustia y dolor pero silencio absoluto....
Abro el ataúd y encuentro el cuerpo de mi madre tendido, con las palmas encima del pecho. Su piel, blanca como la nieve, como la que se acumulaba durante largo tiempo en el pueblo donde me crié. Una mano que se posa encima de mi hombro y yo girándome... asustado...
Mi madre de pie, con el mismo aspecto que cuando la miro dentro del ataúd, intentando decirme algo que no consigo entender.... y al poco... el fuego aparece bajo sus pies...
Envuelta en llamas, grita de dolor, mientras que el olor a chamusco llena mi olfato hasta que siento una nausea que se extiende hasta lo más hondo... de mi ser... y girándome para no seguirla viendo, vuelvo a ver el ataúd... pero en este caso soy yo el tendido, y mis manos cruzadas en el pecho... están cubiertas de sangre...
Aquellos días no fui primero a la casa del pueblo. Me desperté en la mansión, después de estar toda la noche en vela, pensando en mi buena fortuna y en como iban a cambiar las cosas a partir de ese instante. Pero todo cambió al salir de la habitación y dirigirme al salón para desayunar y prepararme para un nuevo y maravilloso día.... pensé...
Me vi corriendo por las escaleras, cantando y silbando, exaltado de euforia y fuera de sí por la emoción. Y al llegar al final de las escaleras y cruzar un par de salas, me tropecé con el mayordomo sin verlo... y un pequeño botellín de cristal se cayó al suelo con estrépito.
El mayordomo me miró sorprendido y se puso pálido por segundos. No le dí mayor importancia y cuando le iba a preguntar si se encontraba bien, se adelantó diciendo...
- Y tú? Que haces aquí? No se supone que tenías el día libre y ibas a ver a tu madre?
- Me dormí muy tarde y no me he levantado hasta ahora... Te encuentras bien?
La primera vez que me interesaba por como se encontraba alguien que no fuera yo mismo...
Me giré rápidamente, mirando en dirección al salón...
- Voy a darle los buenos días a la señora, y me iré al pueblo...
- NO! No, no... la señora no se encuentra muy bien y me ha dicho que nadie le moleste...
Sorprendido de la reacción añadí con grosería...
- Que a caso yo soy nadie?! Jajajaja! Yo no soy nadie! Jajajaja... "Pobre iluso..." pensé yo, sin percatarme de lo que estaba pasando...
Seguí corriendo hacía el salón sin darle tiempo al larguirucho en reaccionar y sentí que me seguía corriendo también, como queriendo parar lo inevitable...
Y fue en ese momento que la vi... tan pálida, con la boca desencajada, el pelo alborotado, los ojos muy abiertos, y los brazos a los lados... sin vida...
- Pero...! Señora! Señora! SEÑORA!
Grité sin parar, hasta que estuve a su lado...
- Pero que demonios ha pasado? Porque está así? Que ha pasado?!
Cuando miré hacia la puerta lo vi. Sudando e intentando tomar aire por una carrera que su cuerpo no soportaba...
- Me vas a decir que ha pasad...
..Y fue en ese momento cuando lo entendí todo. Me vino a la mente la imagen del botellín cayéndose al suelo, y ese innombrable temblando e intentando balbucear lo que su estrechez de miras podía conseguir decir...
- La has matado! La has matado tú!!! Pero porque??!!!
- Por la herencia! Si por la herencia! Creías que iba a dejar que te quedaras con todo niñato!!!
No le deje decir ni una palabra más. El resto ya lo he contado. La furia fue total, la violencia extrema y el final de aquel hombre... funesto...
Pero la bestia no me abandonó después de todo. La sombra que había quedado adormilada tanto tiempo, después de liberarse de los límites de mi subconsciente, tenía sed de más...
Dejé a los dos, cada uno con su escena dantesca, y me fui corriendo hacía el pueblo, donde debería haber ido antes de encontrarme con aquello...
Llegué a la casa de mi madre... y a diferencia de lo que conté... ella si que estaba...
Abrí la puerta de un portazo, como tiempos que parecían olvidados, y ella... que estaba atendiendo la cocina... se giró sobresaltada. Ya no era aquel niño que ignoró desde que era un crío de pecho. Era un animal salvaje, enfurecido por su sino y sediento de venganza. Ya no valían más excusas. Todo lo malo sucedido hasta ese momento, no podía haberse originado si no hubiera sido por ella...
- ES CULPA TUYA!!! TODO ESTO ES CULPA TUYA!!!! CULPA TUYA!!! CULPA TUYAAAA!!!!!
Mi humanidad, si alguna vez la tuve, dejó de existir. Y lo sucedido en esos minutos quedan en una dispersa bruma, que no consigo ver con claridad...
Tengo pequeños momentos que recuerdo algo y junto con las pesadillas parece que hay algo que queda pendiente pero no sé que puede ser...
Si que recuerdo los gritos, mi mano ensangrentada con un cuchillo de cocina, el reflejo de la hoja iluminando la faz de una vida conocida que desaparecía por segundos, unos ojos vidriosos que se iban apagando y el cuerpo de aquellos ojos envuelto en llamas, junto con más gritos... de dolor...
Correr, correr, correr intentando huir de un sino marcado por la desdicha, la violencia y la oscuridad más absoluta...
Siguiente capítulo....

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